Por un lado, la situación de pandemia desde 2020 imposibilitó la realización de reuniones públicas por lo que, por un tiempo, que en aquel momento era indeterminado, no se podían llevar a cabo las usuales muestras de fin de año que en general se proponen dar visibilidad a las prácticas, estudios y creaciones realizadas durante un año de trabajo. Una de sus intenciones es generar un espacio de intercambio y camaradería, escuchar los trabajos de otrxs y dar a conocer los propios. Allí se presenta la oportunidad de encuentro entre personas que comparten la misma actividad pero que no tienen contacto directo entre sí ya que en el Taller de música y arte sonoro las clases son individuales. En dichas circunstancias también participan allegadxs, amigxs, colegas y público en general. No poder realizar reuniones planteó la necesidad de buscar alguna alternativa. Así fue que durante largo rato, estuve pensando en qué se podría hacer al respecto, pero de las opciones que imaginaba ninguna me satisfacía.
Por otro lado, por estar a cargo del Taller me tocaba presenciar y acompañar la creación y elaboración de muy buenas obras, lindas y realizadas con total entrega y compromiso por parte de sus autorxs. Con el correr del tiempo la cantidad de trabajos realmente buenos crecía, pero faltaba completar el ciclo con su exposición pública. Algunas de las personas que participan del Taller son artistas que llevan adelante sus carreras artísticas; la circulación de sus trabajos está garantizada. En otros casos, no. Y una parte fundamental de los procesos es la publicación de las obras para que esa energía circule, vuelva y retroalimente los procesos. Encontrar una alternativa a las muestras de fin de año se convirtió en una necesidad impostergable.
Si bien hace muchísimos años que doy clases a distancia en forma virtual, desde mucho antes de la pandemia, ésta hizo que se incrementara notablemente la cantidad de músicxs y artistas que comenzaron a tomar clases en el Taller y que viven muy lejos de donde estoy. Esto también impulsó a éste proyecto, ya que cuando se levantaron las restricciones la realización de un encuentro de fin de año dejó de ser una opción debido a que no habría chances para muchxs de asistir físicamente.
Así fue que surgió la idea de Pléyade como una manera de plasmar el trabajo realizado por músicxs y artistas sonorxs de diferentes geografías entre los años 2020 y 2023 en el marco del Taller de música y arte sonoro. De este modo se torna posible completar los ciclos creativos a través de su publicación. A partir de allí sobrevinieron complejas decisiones de producción artística y curatoriales para preparar una pieza (un álbum de música lo es), que intente tener gracia, interés, atractivo, coherencia, unidad y diversidad a la vez dentro de una extensión de tiempo total finita. Simultáneamente, procurar que no sea del todo homogéneo ni una sucesión de obras desarticuladas entre sí, que tengan una buena convivencia entre ellas y sobre todo que cada una pueda tener su lugar propio y destacado. No fue fácil la tarea de selección, lamenté que quedaran fuera del Pléyade autorxs, obras y también músicas de géneros diferentes a los que aquí aparecen pero que también están presentes en las clases del Taller a través de sus participantes.
Terminada la instancia de selección, vino la etapa de darles un ordenamiento, de hacer ajustes e intercambios con sus autorxs y de comenzar a preparar el proceso de masterización. De cada pieza y del álbum en su conjunto. Sin dejar de mencionar cuestiones como pensar qué título llevaría o cómo sería el arte de tapa. Para esto último decidí convocar a Francisco Bas, mi hijo, que hace hermosas fotografías para que se ocupe de ello sabiendo que podría captar la idea y que a su vez podría editarlas.
Respecto del proceso de masterización lo inicié en mi estudio particular y culminó en el estudio del LIPM, Laboratorio de Investigación y Producción Musical, ubicado en el Centro Cultural Recoleta de Buenos Aires gracias al apoyo de Javier Leichman, su director, y junto con Gabriel Lucena su técnico. El LIPM, considerado durante muchos años, como el más importante centro de música electroacústica de Latinoamérica. Es el lugar en el que asistí a mis primeros conciertos de música electroacústica a finales de los 80′.
Con Franco Falistoco, director de este sello, ya teníamos una relación de compartir actividades, entrevistas en su programa El RUIDO es el Mensaje, músicas, charlas y otras cosas más. Cuando a comienzos de este año supe que tuvo la maravillosa idea de crear CALATHEA Experimenta no dudé en proponerle publicar el álbum por aquí.
¡Y aquí estamos!
Estoy sumamente feliz con el resultado artístico gracias a las obras y sus autorxs (recomiendo que sigan atentos a sus trabajos, publicaciones y conciertos). Mi agradecimiento total con ellxs: Laura, Mar, Anésio, Gustavo, Gaby, Camila y Markos, por su onda y sus talentos. Con todxs mis estudiantes del Taller de música y arte sonoro, a quienes sigo viendo semanalmente y a quienes ya no veo. No paro de aprender cosas todo el tiempo con ellxs. El agradecimiento también para todxs quienes participaron, colaboraron e hicieron el aguante con éste proyecto.
Álbum para ESCUCHAR
Gracias a Francisco Bas, Mina Baxx, María Mansilla, Franco Falistoco, Gabriel Lucena, Javier Leichman y al LIPM CCR. Pléyade en lo personal tiene que ver también con todo esto, y va más allá de la música y el arte sonoro.
Espero que disfruten de las obras.
▌Pablo Bas
▌Agosto — 2023
